ENTREVISTA A VICENTE HUICI
¿Quién es Vicente Huici?
Nací en Pamplona en 1955 y resido en Bilbao desde 1983. He dedicado mi vida
profesional a la universidad en la que me he desempeñado como docente,
investigador y gestor. En los últimos treinta años he publicado varios libros
de teoría sociológica y de crítica
literaria. También escribo poesía, fundamentalmente haiku.
¿Para qué - o para quién- escribes?
Supongo que, en los diferentes registros en que lo hago, para
diferentes y alternantes “yoes” ( y
análogos).
¿Cómo llega el haiku? ¿En qué actitud debe
estar el poeta?
Ahora me llega sin más. Pero creo que esto ocurre así porque me he educado
durante muchos años en una actitud de
espera, de atención flotante, sabiendo que el kairós, la ocasión, llegará…
En unas notas a propósito del haiku,
hablas de una "especie de disciplina
cotidiana, de oración diaria o de higiene asumida" en su escritura. ¿Crees
también en el sentido epifánico o de revelación del poema, en su imagen
espontánea y aséptica, en la turbación de luz que provoca en el pensamiento? ¿De dónde
emana su forma inesperada, lo relampagueante? ¿Cuánto hay de sensación, de
intuición sensible?
En
efecto, anteriormente, en una fase que se diría ascética, precisaba de una
cierta disciplina. Ha sido como una escalera que ya no necesito, pero que me
vino muy bien y que recomiendo. Yo suelo comparar aquella fase con el
aprendizaje de los katas de Heian de karate-do y de la meditación zen
que practicaba en la misma época. Cuando se ha aprendido un camino en su mismo ir y venir se van viendo cosas
diferentes. Lo que relampaguea no es sino aquello en lo que no nos habíamos
fijado.
También en el mismo texto, se lee: "esa dinámica de concentración va poco
a poco manifestándose como autorreflexión, como una contemplación de mí mismo
como soporte de la impresión: detecto como me impresiono... Recorro entonces el
contexto de la impresión y me sitúo sin saber muy bien de qué modo en una
singular especie de vacío... y en ese momento nace la expresión en forma
lingüística." ¿Cuánto hay de ensimismamiento, de auto-hipnosis, o, por el contrario, de
difusión y comunión con la naturaleza en cada haiku? ¿Cuánto de exclusión del
self, de no ser uno mismo, de falta de identidad?
Según mi experiencia, hay un poco de todo y, además, casi todo es
comprobable “científicamente”. Yo diría que se produce una nueva forma de
subjetividad que, por cierto, no me parece ni superior ni inferior a la de la
vida cotidiana.
Entre tus dos libros, Teoría del extraño movimiento (1985) y Breve ensayo de cartografía (2016)
han pasado cerca de treinta años de escritura, pausada y reservada, incluso
clandestina; hay, sin embargo, una línea de continuidad clara y bastante definida
entre esas dos entregas. ¿Qué se ha quedado por el camino?
Lo que ha quedado por el camino han sido las pretensiones, ya fueran
literarias o ideológicas.
¿Qué no puede tener jamás un haiku?
Un término abstracto, es decir, que remita a un concepto, salvo, como dice
Peter Handke, que sea bello, en este caso facilitando el kireji o contraste del poema.
¿Ortodoxia o flexibilidad?
Siempre flexibilidad. En ocasiones es difícil seguir las reglas, porque el
japonés es una lengua muy diferente al castellano. A mí, por ejemplo, muchas
veces me resulta más fácil hacerlo en euskera.
¿Son traducibles? ¿Qué sensibilidad, qué
ideas crees que se pierden si se apuesta por la literalidad en su
transcripción?
La traducción, creo yo, debe apostar por conseguir un efecto análogo al que
genera el original. Así que no tiene porqué ser literal.
¿Existe la imagen pura, sin pensamiento,
sin sensaciones?
Supongo que sí, pero siempre habrá un concepto al acecho. Algunos dicen que
es inevitable dada nuestra conformación cerebral actual. El profesor Francisco
Mora tiene algunos interesantes estudios al respecto.
¿De quién serías heredero, qué haijines te
han influido más? ¿Alguna admiración particular?
Por supuesto, Matsuo Bashoo. Pero también creo que me ha influido Issa Kobayashi.
¿Qué opinas del haiku escrito en español,
que tantos detractores acumula ahora? Más allá de los ensayos y tentativas de
Octavio Paz, a quién rescatarías de entre los clásicos y a quién nos
recomendarías leer de los actuales? ¿Y de la poetas norteamericanos, como
Jack Kerouac o Ferlinghetti? ¿Qué puentes comunes tienen?
Cuando
el japonismo se puso de moda, en México hubo algunos haijines para mí muy interesantes. Hay unos cuantos,
pero quien me ha resultado siempre más
sugerente ha sido Juan José Tablada. Kerouac llegó al mundo del haiku por la
vía del Zen, y en su obra narrativa siempre tiene un toque. En ocasiones parece
que estamos leyendo un haibún (o
libro de viaje con dibujos y poemas).
¿Dónde escribes? ¿Manías confesables?
En la actualidad, normalmente para cuando escribo un haiku ya lo he
elaborado oralmente. Y digo oralmente porque lo recito en voz baja una y otra vez hasta que lo doy
por finalizado. Y esto puedo ocurrir andando, en un autobús o conduciendo el
coche.
¿Nos podrías regalar una muestra y uno o
dos inéditos?
Entre la bruma
dos gaviotas perdidas.
¿Dónde está el mar?
-.-
Dos ojos negros,
cielo y mar azul.
¡Dame tu mano!
No hay comentarios:
Publicar un comentario